ARTÍCULOS PRENSA NOTICIAS DIARIOS INFORMACIÓN IDEAS
COMENTARIOS ARTÍCULOS PRENSA
“La
curiosidad enciende la emoción y el aprendizaje”, afirma Francisco Mora en
la Tribuna que escribió para el nº 18 de la revista Educación 3.0 y que ahora reproducimos.
Mora
es doctor en Medicina, doctor en Neurociencias y catedrático de Fisiología
Humana. Autor del libro ‘Neuroeducación, sólo se puede aprender aquello que se
ama’.
Qué hace que en
una clase llena de alumnos atentos, en la que el profesor está explicando un
tema determinado, los alumnos, sin excepción, cambien su foco de atención
desde el profesor y lo que explica, hacia una jirafa que entrara en la clase
por una puerta, y tras pasearse por detrás de él, saliese por otra? ¿Qué
despierta la jirafa que no tenga el profesor? Despierta simplemente curiosidad,
uno de los ingredientes básicos de la emoción. La curiosidad, lo que es
diferente y sobresale en el entorno, enciende la emoción. Y con ella, con la
emoción, se abren las ventanas de la atención, foco necesario para la creación
de conocimiento.
Hoy comenzamos a
saber que nadie puede aprender nada, y menos de una manera abstracta, a menos
que aquello que se vaya a aprender le motive, le diga algo, posea algún
significado que encienda su curiosidad. Para aprender se requiere ese estímulo
inicial que resulte interesante y nuevo. Y es entonces cuando se enciende la
atención de un modo poderoso. Precisamente el juego es, en los primeros años,
la conducta que desarrolla el niño para aprender con el estímulo de la
curiosidad. Todos los maestros y educadores, particularmente de escuela
primaria pero también profesores de secundaria o de más altos niveles de
docencia, buscan encontrar la fórmula docente que les permita encender, captar
la curiosidad de los alumnos en la clase. ¿En qué medida la neurociencia podría
descubrir esta forma curiosa de aprender en la estructura de los propios
colegios?
Lo cierto es que
en el ser humano la curiosidad, ese deseo de conocer cosas nuevas, es el que
lleva a la búsqueda de conocimiento no sólo en general, sino en el contexto
del colegio, las universidades o en la investigación científica. Así pues los
circuitos cerebrales que se activan ante ciertos estímulos que encienden la
curiosidad son aquellos que anticipan y adelantan la recompensa, o si se quiere
el placer, y por tanto residen en el sistema límbico o emocional.
Hoy sabemos que
una buena educación produce cambios profundos en el cerebro que ayudan a mejorar
el proceso de aprendizaje posterior y el propio desarrollo del ser humano. Hoy
también sabemos la importancia que tiene proyectar mejores escuelas con mucha
luz, control de la temperatura y del ruido, es decir el diseño del colegio
mismo (neuroarquitectura), lo que rodea su entorno y desde luego la cultura en
la que se vive. En este contexto, ya se empieza a hablar de la necesidad de
extraer los conocimientos que aporta la neurociencia cognitiva y la psicología
cognitiva y llevarlos a las aulas con la finalidad de aprender y enseñar mejor,
es decir, hacerlo de una manera más eficiente, nueva y diferente de como hasta
ahora se ha hecho utilizando nuevas estrategias.
Porque, ¿qué
sabemos del cerebro cuando aprende y cómo lo hace? ¿Qué sabemos del cerebro
cuando enseña y cómo lo hace? ¿Qué funciones cerebrales conocemos hoy
esenciales en la transmisión del conocimiento, es decir, aplicables a la
enseñanza? ¿Qué daños psicológicos cerebrales siquiera sutiles impiden o
dificultan el aprendizaje de los niños? Son preguntas que todavía no se pueden
contestar con propiedad, pero sí esbozar algunas respuestas nuevas. En
cualquier caso, hoy es bien cierto que la neurociencia comienza a aclarar los
ingredientes neuronales de lo que conocemos como emoción, curiosidad,
atención, conciencia, procesos mentales, aprendizaje, memoria y consolidación
de la memoria. Por ejemplo, sabemos que lo que llamamos atención no es un
fenómeno singular y único sino que se refiere a procesos cerebrales diferentes
según los estímulos que se reciben y a los que prestamos interés. Conocer todos
esos ingredientes de la atención en términos neurobiológicos y educativos puede
ayudar a conocer los tiempos reales y los componentes reales necesarios para
poder adecuar las enseñanzas a cada edad y hacerlas más efectivas y eficientes.
Fuentes:
Nota del
Compilador: Este es un artículo publicado el 15 de junio 2015 en la página Web Educación tres punto cero, se puede
consultar el original en el siguiente enlace:
Educación tres punto cero.com Artículo
No hay comentarios:
Publicar un comentario